La ex ESMA fue utilizada por los militares como centro clandestino de detención. Por allí pasaron 5 mil detenidos desaparecidos, sólo una centena se salvó. Durante su segundo gobierno, Menem firmó un decreto que destinaba el predio a un espacio verde de uso público, donde se emplazaría un “símbolo de la unión nacional”, previa demolición del edificio. Los organismos de derechos humanos y gran parte de la sociedad civil rechazaron esta propuesta y se presentaron ante la justicia para reclamar por la derogación del decreto. Desde ese momento se abrió la discusión acerca de qué hacer con la ESMA, hasta que en el 2004 Néstor Carlos Kirchner, firmó un convenio por el que se comprometía a trabajar conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad para crear allí el “Espacio para la Memoria y la Promoción y defensa de los Derechos Humanos”
El día que Néstor les abrió el portón de la ESMA a las Madres, también lo abrió a la sociedad entera. Pero no abrió ese portón para que se recorra con horror los pasillos de la ESMA sino para que los argentinos militen la memoria, para que asuman la responsabilidad de preguntarse por qué fue posible el terrorismo de Estado en la Argentina, para que se reconozcan las admirables luchas de quienes lo resistieron y para que la “justicia y la lucha contra la impunidad” triunfen por fin sobre los hechos macabros de nuestra historia. Quizás por ese hecho heroico de llamar “asesinos repudiados por el pueblo entero” a quienes ejecutaron las masacres en ESMA, hoy el predio alberga la muestra fotográfica Néstor por todos, donde se pueden ver los retratos del ex presidente que le devolvió la justicia al pueblo Argentino.
Nadie sale igual a como entró en la ESMA. Ni antes, cuando los detenidos salían hacia los vuelos de la muerte; ni ahora, que se sale por la puerta hacia el sol, los militantes que tuvieron la oportunidad de visitar el ex centro clandestino de detenciones pueden asegurar eso. La vida y la muerte conviven en ese lugar en forma paradójica. Hace años les sirvió a los militares para ocultar los crímenes de lesa humanidad; hoy le sirve a la cultura para que la sociedad tome conciencia de que los derechos humanos no han estado ahí desde siempre, sino que son fruto de la lucha de los pueblos.
Para que los hechos trágicos de la historia de nuestro país no vuelvan a repetirse el deber de la militancia es hacer correr la voz, es bregar para que nadie nos sesgue con falsos nacionalismos. Visitar la ESMA y conocer todo lo que en ese sitio aconteció hace que los compañeros desaparecidos estén siempre presentes y renueva el compromiso de hacer florecer la semilla de esas 30 mil flores.
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