El día de hoy se
cumplen exactamente nueve años de la editorial del diario La Nación, firmada
por el Sr. Escribano, en la que con tono amenazante, diez días antes de que
Néstor Kirchner asuma su primer mandato, nos aseguraba que “la situación es tal que
vale la pena registrarla: la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”.
Bien podría asociarse
este tan pifiado pronóstico sobre el futuro de nuestro pueblo con la
inauguración de una serie interminable de editoriales, operaciones de prensa y
titulares matutinos que desde el 25 de mayo del 2003 nos llueve diariamente,
intentando tercamente convencer a los argentinos de que todo va a salir
mal.
Sin embargo, nos
parece más interesante recordarla por otros motivos. Lo que se supo tiempo
después fue que Néstor había recibido al Sr. Escribano quien le quiso plantear
5 condicionamientos, suponiendo que el nuevo gobierno resultaría tan genuflexo
como los anteriores:
1. Que la Argentina se
subordine a los Estados Unidos.
2. Que no haya más
revisiones sobre la lucha contra la subversión.
3. Que reciba a “los
empresarios”.
4. Que se aísle a
Cuba.
5. Que se lleve
“tranquilidad” a las fuerzas del orden con medidas excepcionales de seguridad.
¡Ja!
Así confesaba
abiertamente el Sr. Escribano cómo, a través de su diario, las corporaciones
condicionaban a la democracia.
En aquella editorial,
el diario La Nación, estaba muy decepcionado por un discurso que Néstor había
dado mientras Menem se bajaba del ballotagge, con la cobarde intención de
debilitar al gobierno a punto de asumir. En realidad, al señor Escribano le
había molestado que Néstor dijera cosas como estas:
“Resultaría una
ingenuidad política y un reduccionismo inaceptable no advertir que el eventual
retiro de la fórmula por parte del ex presidente del proceso de ballottage es absolutamente funcional a los
intereses de grupos y sectores del poder económico que se beneficiaron con
privilegios inadmisibles durante la década pasada, al amparo de un modelo de
especulación financiera y subordinación política”.
“No he llegado hasta
aquí para pactar con el pasado, ni para que todo
termine en un mero acuerdo de cúpulas dirigenciales. No voy a ser presa de las
corporaciones. Tenga el
pueblo argentino la certeza de que quien les habla está decidido a dar vuelta
la página de la historia y comenzar a construir junto a ustedes un país
diferente, con mucha humildad, pero con muchas y muy firmes convicciones, con
esperanza y con optimismo.
“Tenemos la fuerza de
aquellos que nos incorporamos a la política porque este país creíamos que se
podía cambiar. Tenemos la fuerza y la decisión de aquellos que llegaron a la
política, no por un marketing artístico o demás, sino por convicciones,
convicciones políticas, ideológicas y doctrinarias de un país distinto. Y esas convicciones no las voy a
dejar en nombre del pragmatismo en la puerta de entrada de la Casa Rosada”.
La respuesta de Néstor
a estos planteos fue justamente la clave para, no solo durar más que un año,
sino para inaugurar una nueva época para el pueblo argentino.
Las palabras de Néstor
se trasformaron en hechos concretos inmediatamente, en la línea contraria a lo
que La Nación, Clarín y todos sus voceros siguen insistiendo.
1. Estableció una
política realmente soberana, defendiendo nuestros intereses, independientemente
del poder de los países y organismos que intentan subordinar a los países en
desarrollo.
2. Juicio y castigo a
todos los represores de la dictadura cívico-militar y a sus cómplices.
3. Fortaleció el
mercado interno y defendió la industria nacional generando una nueva generación
de empresarios cuyos intereses están vinculados al desarrollo del conjunto de
la economía y eliminó los privilegios de los sectores concentrados de la
economía.
4. Trabajó sin
descanso por la integración política, económica y social de todos los países de
la Patria Grande.
5. Le prohibió a las
fuerzas de seguridad de reprimir la protesta social y estableció una fuerte política
de renovación y democratización de la policía federal y de las fuerzas armadas.
Dos modelos totalmente
opuestos.
Por un lado, el que el
Sr. Escribano y el Sr. Magneto le impusieron al pueblo a través de golpes de
estado o condicionando a los politiqueros sumisos de turno.
Por otro, el proyecto de país nacional,
popular y democrático que empezó con Néstor y ahora se profundiza con Cristina.
Que es respaldado activamente por un pueblo despierto, alegre y movilizado; que
defiende el interés nacional por sobre el corporativo con coraje y
convicciones; que amplía constantemente la frontera de derechos sociales y las
libertades civiles para el conjunto del pueblo, especialmente para los más
humildes.
Ni Néstor ni Cristina
necesitaron que un Escribano o un Magneto le hagan una lista tan detallada del
camino que no debíamos seguir. Las banderas de justicia social, soberanía
política e independencia económica fueron levantadas a través de varias
generaciones y siempre existieron “clarines” y “lanaciones” que se opusieron.
Desde la lucha por la independencia hace doscientos años, pasando por las
montoneras federales, los obreros explotados y marginados del primer centenario
de la patria, la lucha por el voto universal, secreto y obligatorio, la
dignidad de los trabajadores durante el gobierno de Perón y Evita, la heroica
resistencia a las dictaduras posteriores, la generación del setenta, tan comprometida
con ideales de cambio y justicia y la conmovedora e incansable lucha de las
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Por eso, a nueve años
de aquella triste editorial que le daba tan poca vida a un proyecto que más que
nueve, lleva más de doscientos años, queremos recordarla para tener presente
que ahí andan todavía estos oscuros personajes y sobre todo para ratificar
nuestro compromiso con nuestra patria y por los cuarenta millones que la
habitamos.
Por Néstor y con
Cristina. Con mucha alegría y con fuertes convicciones.
Unidos y Organizados.
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